Todo es inútil. Todo.
Hoy le decía a Q. que si pudiera me pegaba el tiro.
Lo peor es que me ha comprendido. O eso ha dicho. Claro.
No: lo peor es que nunca lo haré.
Nunca lo haré. Nunca, nunca, nunca.
En la última manejaba una pistola de fogueo.
Qué gustazo disparar.
Qué gustazo esa explosión.
Sólo podía pensar en hacerlo con balas de verdad.
Todo está en la cabeza.
El misterio está en la cabeza.
El universo entero,
todo dentro de la cabeza.
Todas las balas,
todos los golpes.
A veces se me pasa,
a veces todo esto se me olvida
y consigo algo más.
Luego se derrumba.
Como ahora:
otra vez.
Y otra.
Y otra vez más.
Otra vez.
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