domingo, 14 de marzo de 2010

Mi madre muerta y mi hermana muerta


Mi madre muerta me juega malas pasadas de vez en cuando.

Mi hermana que nunca nació también.



Hoy he querido morirme, he querido golpearme.
De hecho lo hice mientras estaba en la ducha.
Unas buenas hostias en los muslos,
en la cara y en el vientre.

Me da miedo hacerme daño:
dejo de pegarme:
es idiota.

Quería matarle, quería matarme.
Quería matar, lo juro.
Juro que quería matar. A mí. A él.
Pero matar, matar algo. A alguien.


Quería reventarme la cabeza contra la pared.
Sobre la pintura verde, la sangre quedaría preciosa,
tan oscura...

Luego, por la tarde, tenía que tocar en un cumpleaños.
Es horrible ganarse la vida divirtiendo a los demás.
Qué desgaste, joder: fingir ser feliz, muy feliz.
Fingir estar muy contento de seguir vivo.
Hacer oídos sordos a la llamada a gritos de las dos hijas de puta desde la tumba.
Porque me llaman, ¿lo sabías? Me llaman.
Las dos malditas me llaman.
Las dos zorras egoístas.

Y yo le digo a cada una:

—¡Jódete! ¡¡¡Jódete, jódete, jódete, jódeteeeee!!! Estás muerta y te jodes: ¡¡¡Jódete!!! Dejadme en paz de una puta vez. Tú y la otra. Dejadme las dos.

Y le digo a mi madre muerta:

—A ella ni siquiera la conozco. Nunca la vi, ni siquiera compartí la presencia en el mundo con ella.



Joder, quiero enterrarlas, enterrarlas definitivamente.

Me da miedo hacerlo por si me caigo yo en el agujero. Hoy he tenido mucho miedo. Desde ayer. Ayer por la noche acabé gritando como un puto energúmeno. Necesito autocontrol, mucho, muchísimo autocontrol. Otra como esta noche y no vuelvo ya. Otra como ésta y me voy y no vuelvo. No vuelvo.

Me quedan pocas, muy pocas ganas
muy pocas ganas.

domingo, 7 de marzo de 2010

Algo tan delgado, tan vacío


He ido a ver la película de Tom Ford y este es su cartel:



Me pregunto qué necesidad habrá pellizcado a Ford para hacer esta película. Qué quería explicarme. Por qué la ha hecho.

Aún no sé si la aborrezco, pero sí sé que podría haber estado mejor en cualquier cuarto oscuro, o en un hospital, sentado, viendo pasar enfermos, o en una parada de autobús, dejándolos pasar de largo, o llenando la bañera y soltando el tapón para ver cómo se escapa el agua. Todo muy bonito: tal vez. Pero todo tan delgado, tan vacío... ¿Ese es el retrato que ha hecho Tom Ford para que sepamos lo que es la soledad de haber perdido para siempre a quien amamos? Dicho de otro modo: ¿Ese fue el retrato que hizo Spielberg para que su hijo supiera lo que fue el Holocausto?

Lo pensaré.